
La comunidad visible y la comunidad espirital, la sociedad jerárquica y el Cuerpo místico de Cristo, la Iglsia terrenal y la Iglesia enriquecida de bienes celestiales, no deben ser consideradas como dos cosas distintas, sino que forman una única realidad compleja, constituida por un elemento humano y un elemento divino.
Concilio Vaticano II. Lumen Gentinium, Nº 8
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